Sesión 5 - 13/02/2025

     La quinta sesión, comenzó de forma algo particular pues, sin previo aviso, el profesor seleccionó a unos cuantos voluntarios para lo que descubrimos después, se trataría de un "role play" en el que se representaría una entrevista de trabajo de un hipotético futuro en el que los recortes de plazas públicas son el pan de cada día y muchos funcionario, entre ellos, maestros y maestras, se han visto de la nada en la calle.

Partiendo de esta premisa, tres compañeros de clase, dos de ellos con guión y una sin él, debería simular una entrevista de trabajo para el colegio San Patricio, donde el profesor haría de seleccionador. Al final, por muy buenos currículos que hubiese, una compañera de clase que estudió allí nos comentó que los requisitos eran más que exigentes: bastante años de experiencia, que los profesores de inglés fuesen nativos, que tuviesen méritos académicos, que los profesores, preferiblemente, no fuesen de Toledo... Al final, por mucho que pudiesen ofrecer los candidatos, el único que podría optar al puesto, era uno de los personajes, que estuvo trabajando en la que es considerada como la mejor escuela de España.

Lo cierto es que la actividad fue muy entretenida y se notaba que había preparación tras ella y, además, fue una buena transición antes de pasar a hablar del tema central de la clase, donde comentaríamos la utilidad del prestigio en la sociedad, no solo de hoy en día, sino también de antaño.

Al final, recordemos que, por muy buenos currículos que pudiesen ofrecer los personajes del role play, el factor decisivo, a la hora de determinar quién se queda o no con el puesto, no es otra cosa que la imagen social que proyecta el profesional y, de forma transversal, la imagen social que pueda generarse la institución en base a seleccionar este tipo de perfiles. ¿Cómo no iba a ser prestigioso para el San Patricio, o para cualquier, contar con un profesor que ha trabajado en el colegio más prestigioso de España?



A mí, al menos, esto me deja reflexionando sobre: ¿hasta qué punto el prestigio es sinónimo de que aquello que lo ostenta sea la mejor opción o, siquiera, una buena opción? No niego que el prestigio lo tiene  aquel que se lo labra, sea persona o colectivo. Sin embargo, en el caso de las personas, ¿qué línea separa al buen profesional de aquel que, indistintamente de que sea bueno o malo, ha tenido la suerte de nacer en una familia que le ha permitido formarse en un sitio de prestigio? Así como, en el caso de las instituciones, ¿hasta qué punto el prestigio obtenido por méritos del pasado puede seguir conservándose hasta los tiempos presentes? ¿No pueden podrirse los sistemas, sumergir la red de profesionales en un oscurantismo desligado de los valores iniciales de la institución o lanzarse a una deriva política incierta que en un futuro se estudie como una época ominosa? ¿Acaso no basta con una "titulitis aguda" para que un profesional escuse sus fallos en el papel, se lucre de sobremanera por gracia de una firma y se niegue a seguir evolucionando en su carrera? Quizás, soy yo el que piensa demasiado o, quizás, sea el prestigio el principio del fin de muchas grandes instituciones y el motivo de perdición de muchas brillantes mentes.

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